«Los programas de la periodista gallega -que hace una radio heterodoxa y plural– no desagradan a los cejas altas -oyentes de alto status cultural- ni a los urbanitas incorporados al aparato productivo. No es políticamente correcta pero tampoco se pasa demasié. Consiguió con La Radio de Julia que profesores, ejecutivos y modernos enchufaran la radio de la tarde, normalmente territorio de marujeo, tercera edad y España rural».
Así define Lorenzo Díaz en su libro Años de Radio el impacto de Julia Otero, que ha visto reconocida una trayectoria que sigue creciendo gracias a Julia en la Onda (Onda Cero, tardes de 16 a 19h). Es su cuarto Ondas tras el recibido en 1994 por La Radio de Julia (también en OCR) y otros dos sendos por programas televisivos: La Luna (TVE, 1989) y La Columna (TV3, 2003).
Pero su recuerdo más intenso relacionado con estos premios data del invierno de 1999, Otero había sido sustituida en Onda Cero y fue la encargada de entregar el Ondas de radio internacional. El público le dedicó una sonora ovación e Iñaki Gabilondo, conductor de la gala, la definió como «una voz silenciada«. Díaz repasa otras virtudes de los proyectos radiofónicos de Otero:
«La primera hora de Otero siempre ha sido la más scout, la hora zangolotina (…) En su momento fue un experimento novedoso puesto que a ningún comunicador se le había ocurrido compartir muchos minutos con su equipo. La clave está en conjugar voces dispersas y dar un ritmo alto a una hora tradicionalmente condenada a programas con ritmo de minué».
«El Gabinete es la sección más universal de los programas de Otero, cuando abre la antena a todas las Españas, proletarizando las ondas (…) gracias a a la habilidad de la conductora y la magia del invento (…) una tarde pude escuchar, atónito, a uno de los clásicos tríos (…) dedicando la tertulia a Descartes, ¡ahí es nada! Y me gustó».